lunes, 8 de septiembre de 2008

Ventajas de conseguirte un empleo remunerado

Si estás en la duda de entrar a trabajar o no, piensa que un empleo remunerado te da tres cosas maravillosas: independencia económica, autoestima y necesidad urgente de salir a comprarte zapatos nuevos. No hay nada tan lindo como tener tu propia plata y comprarte los zapatos que se antojen. Y también es bueno saber que tienes una función que te define: que no sólo eres una mamá, sino alguien que hace un aporte a la sociedad, mostrando tus zapatos de estreno. Tampoco tiene sentido trastocar toda la vida familiar para dedicarte a barrer pelos en una peluquería, si eso no es lo que más te apasiona. Hay que ser fuerte para salir a trabajar, porque no existe el empleo ideal. Todo trabajo es un pequeño infierno: hay injusticias, celos, envidias, maldades, chismeríos y extorsiones de todo tipo. Igual que en casa, pero a cambio de un sueldo. Lo bueno de ir a la oficina es que cuando llegas a tu casa, esta te parece una sucursal del Paraíso: tus hijos no paran de pelear, pero aquí la jefa eres tú. Trabajar es tan feo que te pagan para que lo hagas. Pero igual creo que toda mujer deberían salir a trabajar, aunque más no sea para poder contarle algo interesante al marido cuando se reencuentran con él a la noche. Capaz que en un día comunicativo él vuelve de su trabajo contándote quién se peleó con quién y a quién le hicieron la cama. Esas deliciosas novedades de la oficina, ¿no? ¿Es justo, entonces, que el pobre hombre regrese a casa para encontrarse con una mujer que se queja de que el lavarropas dejó de andar, el perro cagó la alfombra y que Pablito se tiró lavandina en el pantalón? ¿Merece, el señor de la casa, que le cuentes que no compraste tomates porque estaban muy caros y que pasó el cobrador de seguros? ¡A ese hombre ya tienes que reservarle cama en terapia intensiva en el hospital, porque está a punto de morir de aburrimiento! Creo que es mucho más estimulante para cualquier matrimonio que un hombre llegue para encontrarse con una mujer que le diga”: Cociná tú, que yo no doy más”. Y mientras él saca los huevos fritos de la sartén, ella le cuenta la nueva estrategia de ventas de la oficina ( que se trata de boicotear a la competencia), de por qué la Jefa de Telemarketing lo echó de la casa al marido, y de que el gerente está evidentemente enamorado del cadete fisicoculturista. Cualquier culebrón es un cuento infantil al lado de lo que pasa adentro de cualquier oficina. ¿Qué hombre abandonaría a una mujer así?

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