lunes, 8 de septiembre de 2008
Capítulo 8: Romances al rojo vivo
¿ A QUIÉN AMAR?
Novo amorem veterem tanque clavo clavum exicit.
Cicerón
("Aparta un amor viejo con uno nuevo, como un clavo saca otro clavo.")
Tres cosas pueden hacerse con una mujer: amarla, sufrirla, o convertirla en literatura.
Lawrence Durrell ( 1957)
Las mujeres crecidas tienen que enfrentarse con una verdad ineludible: no podemos vivir sin un hombre, pero tampoco podemos vivir con un hombre al lado.
Un hombre al lado te facilita la vida en muchos aspectos: en casa hay dos sueldos en vez de uno, hay alguien que te avisa que tienes la etiqueta para afuera, tienes quien mate arañas y levante objetos pesados... y, además, tienes con quien reproducirte. Una vez reproducida, cuentas con otro adulto en casa para mandar a los chicos a la cama cuando tú ya no tienes ni fuerzas para intertarlo.
Pero no podemos obviar la contras: tienes en casa un chico más ( pero tamaño Extra Large) con caprichitos infantiles incomprensibles, que quiere hacer las cosas a su modo y pretende que te adaptes a sus horarios y deseos.
La ecuación entre estar sola y acompañada sería: comodidad versus libertad, compañía versus soledad, o aprender a arreglar canillas versus darle a un hombre la llave inglesa en la mano ( porque ya se sabe que los hombres son incapaces de encontrar algo en la casa, y menos una llave inglesa.
¿Cuál es el mejor de los dos estados? Francamente, no lo sé. Cada una encuentra su solución particular: cama afuera, cama adentro... o adentro, pero sin cama.
En cierta etapa de la vida, muchas mujeres descreemos del tan mentado “amor”.
A los 17, buscamos un hombre lindo.
A los 20, buscamos uno inteligente.
A los 30, buscamos uno que tenga plata.
Y a los 40, nos conformamos con uno que no sea horrible, ni imbécil, pero que ante todo, viva más o menos cerca.
A las 40 las mujeres ya sabemos cómo son los hombres:
Los hombres buenos, son feos.
Los hombres lindos, no son buenos.
Los hombres lindos y buenos, son gays.
Los hombres lindos, buenos y machos, son casados.
Los hombres lindos, buenos, machos y solteros, no tienen plata.
Los hombres lindos, buenos, machos, solteros y con plata, buscan una belleza de 20.
Cuando éramos bellezas de 20 y encontrábamos un hombre lindo, bueno, macho, soltero y con plata, él era tan tímido que nunca tomaba la iniciativa de invitarnos a salir.
Si una se animaba y tomaba la iniciativa, ese hombre lindo, bueno, macho, soltero y con plata se asustaba y desaparecía de nuestra vida, lo que confirmaba que era un idiota.
Entonces una se queda con no tan lindo, no tan bueno, no tan soltero y con no tanta plata que tampoco es tan tonto porque, al menos, se fijó en nosotras.
¿ Por qué las mujeres somos tan vuelteras con los temas del corazón? Porque si nos enganchamos con un hombre, tenemos mucho más que perder que ellos. Para empezar, un solo óvulo nuestro equivale en tamaño a millones de espermatozoides. El embarazo son nueve meses de acidez estomacal que comprometen la vida de la mujer, no del hombre. Y cuando al fin tenemos hijos, todo lo malo que hagan, será “ culpa de tu madre, que te crió así”.
Por otro lado, ¿ de quién podemos enamorarnos? Sólo de hombres que circulen cerca nuestro, y que estén vacantes. Pero la vida nos va demostrando que no todos los que circulan por nuestro camino nos gustan, sólo una infinitesimal porción de ellos están vacantes, y sólo a una millonésima parte de estos se le pasa por la cabeza invitarnos a salir.
Por eso, las que esperamos muchos años la llegada del Príncipe Azul, a los 40 nos vamos quedando con el tipo que sea accesible, tenga dos dedos de frente, pueda mantener una conversación sin limpiarse las uñas con la cédula de identidad, y tenga con qué mantener a los hijos que tuvo con su ex.
Luego, hay que tratar de entenderlos, cuando ellos no nos entienden a nosotras:
Si eres dulce y tierna, para ellos eres pesada y cursi. Si no lo eres, eres histérica y fría.
Si los seduces, se asustan. Si no lo haces, se deprimen.
Si haces el amor con ellos al principio, al final se aburren. Si no haces el amor, se aburren al principio.
Si no accedes al sexo salvaje, eres reprimida. Si lo haces, eres una reventada.
Si discutes con ellos, pierdes el encanto. Si no discutes, te pierden el respeto.
Si no te arreglas, eres descuidada. Si lo haces, eres frívola y superficial.
Si no trabajas, eres vaga. Si lo haces y ganas más que ellos, se enojan.
Si trabajas en algo muy distinto, no te entienden. Si trabajas en lo mismo, compiten.
Si pagan ellos, eres una viva. Si pagas tú, se sienten disminuidos.
Si no te ascienden en el trabajo, eres quedada . Si te ascienden, es porque el jefe quiere acostarse contigo.
Si eres fea, no les interesas. Si eres linda, tampoco, porque asumen que eres engrupida. Si les coses un botón, no te dicen ni gracias. Si no se los coses, eres una inútil.
Si te niegas a atenderlos en cada capricho, no los valoras. Si los atiendes en cada capricho... no te valoran.
Y aunque seas la mujer perfecta si les llega la crisis de los 40 mal parados, se van con otra que tal vez no sabe ni coser un botón...¡ pero que tiene 20 años, y tú no!
La problemática de las mujeres se resume en dos problemas:
a) Los hombres son una porquería.
b)Cómo conseguir un hombre.
Cuando entras más o menos en sintonía con un tipo que no te enloquece de amor, pero tampoco te disgusta demasiado... tienes que empezar a cuidarlo para que no se lo lleve otra.
Cuando una era joven quería un tipo apuesto, con plata, casa y auto. Con el tiempo vamos descubriendo que lo que una más desea es un hombre en que sea un buen tipo.
Después de todo, los hombres tienen vidas cíclicas que se pueden definir de este modo:
A los 4 años, son exitosos si no se hacen pis encima.
A los 12 años, son exitosos si tienen amigos.
A los 20 años, son exitosos si tienen relaciones sexuales.
A los 35 años, son exitosos si tienen plata.
A los 65 años, son exitosos si tienen relaciones sexuales.
A los 75 años, son exitosos si tienen amigos.
Y a los 85 años, otra vez son exitosos si no se hacen pis encima..
O sea que la prioridad número uno en la vida es buscar un hombre que no se haga pis encima.
Cuando tenía 20 años, yo me reía de todas esas que buscaban “ un hombre que me proteja”. ¿Protegerte? ¿ De quién? ¿De los tigres salvajes? ¿Y para qué, cuando una tiene fuerzas suficientes para defenderse sola? Ahora, por fin, entiendo el sentido de la expresión: se supone que quien te protege no va a atacarte. Y el mundo está tan lleno de hombres dispuestos a atacarte, que es muy lógico eso de desear a nuestro lado un hombre confiable y protector, que te cuide y no te lastime.
Lástima que las mujeres somos medio lentas para descubrir con qué clase de hombre nos estamos metiendo. Son tantas nuestras ganas de estar en pareja y tal nuestro miedo a quedarnos solas, que le “ ponemos” al otro virtudes que no tiene, y tendemos a disculpar sus locuras, con tal de adaptarnos a él y estar acompañadas.
“ Yo sigo con él con la esperanza de que cambie” es un pensamiento muy femenino. Pero una mujer de 40 sabe bien que el único hombre que puedes cambiar es el que aún lleva pañales. Todos los demás no se cambian, sino más bien se les agudizan las taras.
El problema que tenemos las mujeres es que nos aburren los tipos buenos.¿Qué anda mal en ellos, que no nos desprecian, como los demás? Con toda la energía que ponen las mujeres en comprender, perdonar y hacer recapacitar a tipos crueles, celosos o violentos sería posible construir un Manhattan por mes en pleno Sahara.. En cambio, un tipo bueno no te entretiene demasiado, porque no te da mucho trabajo.
Hay mujeres que se quedan con un hombre sádico “porque el pobrecito no sabe amar, porque nadie lo quiso en su tierna infancia”. Esas mujeres, ¿ no harían mejor en dedicarse a estudiar para asistentes sociales en vez de ser enfermeras personales de un pobre alienado?
También hay demasiadas mujeres que dicen: “Yo no salgo con un tipo si él no me divierte de entrada”. ¿Qué quieren? ¿Un hombre o un payaso? El tipo que se la pasa divirtiéndote y riéndose de todo, también se ríe de ti y de lo que le reprochas, cuando te abandona diciendo que “ eres una amargada”.
No es fácil esto de encontrar a quién amar.
Después de todo, “amor” es una palabra de cuatro letras, dos vocales, dos consonantes y dos idiotas.
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