lunes, 8 de septiembre de 2008

Maridos en la cueva

Dice el psicólogo John Gray - autor de "Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus"- que cuando los hombres se sienten frustrados, preocupados, o angustiados, no hablan y responden con gruñidos, como si se metieran adentro de una cueva. Necesitan encontrarse a sí mismos, reconcentrarse, para encontrar la solución a un problema. Lo que recomienda a las mujeres es que no insistan en preguntarle qué cuernos le pasa. Hay que aguantar ese arranque de mutismo,y esperarlo a la salida de la cueva. Porque se supone que en algún momento él tendrá que salir, aunque sea para decir: “¿Qué hay para comer?”. Las mujeres, por el contrario, funcionan con ciclos de altas y bajas de energía: son como olas. Cuando una mujer llega a la cresta de la ola, se siente linda y alegre, y enfrenta todo con energías. Pero cuando está en baja, siente que se quedó vacía, toca fondo, se deprime y se replantea temas existenciales como “Esta casa es un desastre, ya no soporto estas cucarachas... ¡Me quiero mudar!” o “¿Qué hago casada con este lelo?”, volviendo a poner en el tapete problemas que él ya creía superados en 1979. Así, los hombres se pasan la vida retirándose cada tanto a lo más profundo de sus cuevas para salir a tomar aire y acercarse después, mientras que las mujeres flotan en el mismo lugar, subiendo a la cima y bajando a lo más profundo del pozo...donde tienen vista panorámica a toda la basura acumulada. El doctor Gray insiste en que es tan malo que una mujer tironee a un hombre para que salga de su cueva como que un hombre le diga a su mujer que no-pasa nada, que se está inventando problemas cuando está en plena depresión. Así como las mujeres deberían esperar que un hombre salga solito de la cueva, los hombres deberían sentarse a escuchar a sus mujeres en el pozo, preguntarles qué es lo que sienten, y sobre todo, colmar­las de amor. Y, mal que les pese, deberán volver a explicarles con todo detalle - como ya lo hicieron diez veces en los últimos dos años- porqué no la invitaron a esa cena de la empresa de 1981( cuando todos fueron con sus esposas menos él, que la dejó sola, en casa y deprimida), y qué significaban esas llamadas telefónicas femeninas que preguntaban por él y cortaban... en agosto del ´97. Ahora bien: ¿qué pasa si en una pareja sucede al mismo tiempo que él se mete en la cueva cuando ella está en el fondo del pozo? ¿Y si justo en ese momento un hijo adolescente se instala en casa con la novia, insistiendo en que la chica se tiene que quedar a dormir porque volver a esa hora a su casa es peligroso? ¿ Y si justo esos días tienes a tu suegra durmiendo en casa porque la suya está en obra? ¿ Quieres saber lo que pasa? a)No puedes hacer pis a la mañana porque tu suegra se encierra en el baño haciendo sus abluciones matinales que le llevan dos horas de ruidos extraños ( ¿Se hará un enema?¿ Se tiñe el pelo a las 7 A.M?) b) No puedes llegar a la cocina para hacerte un café, porque hay un par de adolescentes despatarrados en el piso del living, y nunca fuiste buena en salto en largo. c) No puedes pedirle ayuda a tu marido porque está pasando por el período de “fondo la cueva”. d) No puedes llamar a los bomberos porque te dirían que ellos se dedican a otros menesteres. Por ende, aunque tu marido tenga – según Mr Gray – todo el derecho de quedarse en el fondo de la cueva, tu suegra todo el derecho a monopolizar el toilette y tu hijo tenga ( según él ) todo el derecho de dormir con su novia en tu propia casa, aquí el hilo se corta por lo más delgado, que eres (adivinaste bien),¡ tú misma!. Entonces, aunque tú tengas derecho a pasar por tu período depresivo, no te dejan ni siquiera deprimirte en paz. No te queda más remedio que sacar fuerzas de flaqueza, acumular bronca durante cinco minutos, y empezar a exigir justicia buenamente o a los gritos. Le dirás a tu marido que salga de una vez de la cueva, y le abrirás las persianas para que se levante de una vez. Le golpearás la puerta a tu suegra para que salga de una vez del baño. Le dirás a tu hijo que ya es hora de que su novia se reencuentre con su familia. Tu marido gruñirá, tu suegra protestará y tu hijo se levantará despotricando a los gritos. El se peleará contigo. Tú te pelearás con tu suegra y tu marido. Tu marido tomará partido por tu suegra y tu suegra tomará partido por la novia de tu hijo. ¡Pero tú gritarás más fuerte que todos ellos juntos! Entonces tu suegra decidirá que prefiere convivir con albañiles en vez de aguantar un clima apestoso en una familia de locos, y se volverá a su departamento en obra. Tu hijo jurará que a partir de ahora se irá a vivir a casa de la novia. De donde volverá en 24 horas, porque en esa casa también hay una mujer deprimida porque su marido está pasando por la crisis de la mediana edad. Y todos estarán en contra tuya. ¡ Pero al menos la casa estará en orden! Conclusión: las mujeres podrán tener el derecho psicológico de sentirse en el fondo de pozo. Pero, como sucede con todos los derechos femeninos, una nunca tiene tiempo para permitírselos. Si te sirve de consuelo, piensa que, en el fondo, siempre es mejor estar furiosa que estar deprimida.

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