lunes, 8 de septiembre de 2008

Capítulo 11 :Amigas que te salvan

LAS “ CHICAS” Qui sibi amicus est, scito hunc amicum ómnibus esse. SÉNECA ("Cuando uno es amigo de sí mismo, es amigo de todos.") Eso es lo que me fascina de las mujeres: entre nosotras, no tenemos edad. Siempre somos “ las chicas” . Puedes encontrarte en una confitería o un club con una reunión de septuagenarias, y entre ellas comentan: - Van a venir casi todas. Ya le avisé a las chicas. Y “las chicas” están bordeando los 80 años. Toda mujer tiene derecho a pertenecer a un grupo de “chicas”. Son nuestro cable a tierra, nuestro consuelo, nuestras confidentes, nuestro solaz y nuestra mayor alegría. A esta edad, creo que las mujeres nos alegramos por cosas muy puntuales, que pueden ser: bajar cinco kilos en quince días, terminar de tejer un pulóver, escuchar que nuestros hijos se ríen juntos sin pelearse, recibir un aumento de sueldo, comerse un pastel de chocolate... ¡reunirnos con las chicas!. Toda mujer necesita comunicarse para poder vivir . Pero los maridos no escuchan, nuestras madres no entienden o están demasiado preocupadas con sus propios achaques, las cuñadas chusmean, las hermanas sólo hablan y a los hijos no podemos cargarlos con nuestras dudas y pesares. ¿ A quién vamos a hablarle de nuestras cosas? ¿ A un programa de radio? Necesitamos como nunca contar con nuestras amigas. Pero estamos justo en una etapa de la vida en que todo atenta contra la posibilidad de conservar nuestras amistades. Sentimos que se nos dificulta cada vez más dedicarle tiempo a “ las chicas”. Si estamos demasiado ocupadas o demasiado cansadas para hacer con ellas aunque sea un contacto telefónico, mucho más se dificulta encontrar un rato para encontrarnos. Tratar de encajar horarios que nos vengan bien a todas se hace más complejo que jugar al Tetris en nivel 10 y velocidad 20...¡ Game Over con cero puntos! Lo paradójico es que las necesitamos más que nunca, para compartir angustias , frustraciones y consolarnos sabiendo que no sólo a una le pasan ciertas cosas. Nuestra relación con las amigas sigue vivita y coleando, pero siempre a través del teléfono. Eso de verse personalmente es una quimera cada día más distante: - Silvia, no podemos seguir hablándonos por teléfono...¡ Nos tenemos que ver! - Sí, hace siglos que no nos vemos, y hasta me cuesta imaginarte, ¿ cómo tienes el pelo? - Brillante, sedoso, hermoso... ¿ qué te voy a decir? La verdad es que caí en lo de un peluquero que me dejó con un corte y un color parecido al de un perro... - ¿ De qué raza? - Mestizo, nomás... - Porque mi peluquero me hizo la permanente, me lo quemó y ahora estoy como un caniche. - ¿ Has visto cuántas cosas tenemos en común? ¡Las dos parecemos perros! ¿ Nos reconoceremos al vernos? Aquí la opción reside en contarnos la vida entera en cinco minutos- entre que servimos la cena y metemos a los chicos en la ducha-, en cuyo caso la amiga no entiende nada porque hablamos como un aviso clasificado. Entonces tendremos que aclararle los equívocos y la conversación pasará a la duración habitual de hora y media o dos horas. Resultado: una oreja roja, un marido chinchudo, el guiso frío y una nueva dilación hasta el encuentro con la amiga, infinitamente postergado. Total, si ya nos contamos todo, podemos tirar seis meses más sin vernos, ¿no? No. Las charlas telefónicas son un bálsamo para el alma, pero jamás equivalen a un encuentro lleno de miradas, risas y códigos cómplices. Hay otras amigas que nunca te llaman. Esto no significa que no nos quieran más o que no quieran volver a vernos: simplemente, no tienen tiempo para colgarse una hora con el teléfono. Conozco infinidad de casos de mujeres decepcionadas que dieron por terminada la amistad, para luego repararla en instantes en cuanto suena el teléfono: “ ¡ Es ella!”. Y se cuentan todo en cuarenta minutos de charla. - ¿ No era que estabas peleada con Elsa, porque no te llamaba?- nos dicen en casa - ¡No! Ella estaba muy atareada. ¡ y ahora, ya nos pusimos al día! Pocos entienden nuestra capacidad casi instantánea de perdón y olvido. Tampoco muchos maridos entienden qué es esa manía mujeril de “ ponerse al día” La vida es un chispazo minúsculo en los miles de millones de años de vida de nuestro planeta, el ser humano es casi un recién llegado a un planeta insignificante y vulgar, que en unos pocos millones de años más estallará tragado por el sol – si antes no lo destruye un meteorito gigante -, pero dos amigas tienen que ponerse al día para saber exactamente qué le pasó a cada una en ese bimestre completo en que no se hablaron. ¿ Qué pudo haber pasado en 60 días? La verdadera pregunta es: ¿ Qué NO pudo haber pasado? A las mujeres siempre nos pasan cosas de lo más variadas: proyectos, sorpresas, logros, desplantes, reencuentros, alegrías, penas... Y todo ese sinfín de cosas que vivimos, casi con la pura intención de contárselas a las amigas. Revivimos todo lo que vivimos, contándoselo a ellas, midiendo sus respuestas. Las mujeres hablamos mucho, es cierto. Pero lo hacemos para reflexionar en voz alta. Es como que, escuchándonos a nosotras mismas, podemos pensar mejor que rumiando en silencio, como hacen los hombres. Una amiga te consuela, te ayuda a pensar, y te ayuda a reírte de tú misma. La antropóloga Helen Fisher afirma en “El Primer Sexo” que “las mujeres bromean con historias y anécdotas: revelan secretos menores sobre ellas mismas y a menudo se burlan de sí mismas. Estas referencias personales y esta autoburla deja helados a la mayoría de los hombres. Para ellos, esta forma de bromear es inútil y patética. Consideran a las revelaciones personales como algo enteramente inapropiado para el entorno: revelar la vida personal equivale a ser débil y vulnerable.” Mientras ellos no nos entienden, nosotras nos divertimos en grande. La amistad femenina es tan sana como un caldito de pollo. La única contra de tener amigas es lo que cuesta encontrarse con ellas. Las que son amas de casa tal vez encuentren el ratito de acercarse a la casa de otra a tomar un café, y conversar acerca de los designios del Universo viendo planchar a la otra. Pero las mujeres que trabajan afuera, cada día tienen más negado el placer de la amistad. Cuando los chicos empiezan las clases, ellas juran encontrarse en las vacaciones, “cuando tengamos más tiempo y menos horarios que cumplir”. Pasa el verano y, con la casa llena de chicos molestos, es imposible coordinar un encuentro. Como no se vieron durante el verano, prometen encontrarse después de que empiecen las clases, que es cuando los chicos ya se meten en la escuela y dejan un rato de paz. Empiezan las clases, y otra vez no queda un minuto libre. Los fines de semana es imposible concretar un encuentro porque la casa está llena de hijos y maridos que reclaman tiempos y dedicación. Una reunión de parejas tampoco es lo mismo que una reunión de mujeres. Con los machos al lado siempre tendemos a autocensurarnos, o a bajar inútilmente la voz para que ellos no escuchen nuestras confidencias. A veces pasa que a esta edad nos seguimos encontrando con amigas del pasado por compromiso, no por reales ganas de estar juntas. Es como con los hombres: pudiste estar enamorada en un momento del hombre que tienes al lado, para darte cuenta que, en cierto momento de la vida, ambos crecieron por caminos distintos... Estamos en una vorágine de actividades que nos lleva a desear aún más el encuentro con una amiga, ese instante que te alimentaba el alma cuando le contabas hasta lo que no le contabas a tu madre y te dabas cuenta de que lo que te pasaba a tú le pasaba a también a ella. Las amigas del alma son un bien preciado, que generalmente se encuentra en la adolescencia y te dura toda la vida. La gente cambia, y tal vez las amigas de la infancia tal vez un día no tengan nada en común con una. ¿ Qué le pueden importar mis problemas con el flotador del inodoro a la que se mandó hacer una escalera de mármol travertino para subir a su habitación con baño en suite? ¿ Cómo hablar de ortodoncia infantil con la que hace tres meses se quedó sin obra social y sin pediatra? Puede ser que una amiga que antes tenía una conversación amena y profunda no quiera hablar de otra cosa que no tenga que ver con programas de televisión. . Puede ser que una amiga con la que había diálogo opte por preguntarnos todo sin contarnos nada de su vida. O al revés, que se ponga a hablar sin parar y no quiera escucharte ni por un instante. Hay amigas que no toleran que te hayas casado, que te hayas embarazado o que te mudes a una casa nueva. Hay otras que se van a vivir demasiado lejos como para verse seguido. Pero aunque sientas que algo cambió y el trato no es el mismo, las amigas son siempre necesarias. Especialmente porque las mujeres viven muy solas. Es proverbial la soledad femenina entre bebés y calderos, desde que el tiempo es tiempo: todas están muy ocupadas como para acompañarse mutuamente. - ¿ Hola, Marcela? - ¿ Qué haces, tanto tiempo, perdida? - ¿ Perdida, yo? ¿ Y tú, que no llamas nunca? - ¿ Yo? ¡ Hace seis meses que intento tener un minuto libre para llamarte! Pero con las huelgas en la escuela, estuve con los chicos en casa todo el día, y no logro coger el teléfono... - Bueno, yo entre el trabajo y la casa... ¿ Me crees si te digo que, te llamaba, no me bañaba en tres meses? ¡El rato libre que me queda se lo tengo que dedicar a mi higiene personal! Mis preferidas son las charlas con las que fueron madres hace poco: - ¿ Hola? ¡ Waaaaaaaaaaaaaaá!¡GUEEEEEÉ!... - ¿ Hola?¿Eres tú, Alicia? - Gue- gue- gueeeee.....Wooooooo...Buaaaaaaá! - ¿ Estás ahí? - Espera que el bebé... WAAAAAAA!... se me cae porque. ¡ Lucía, quédate quieta! Es que la nena WAAAAAAAA!... lo quiere alzar y se le cae, pero... a ver. ¡ BASTA! - ¿ Todo bien? - Woooooouuuuuu! BUEEEEEEÉ... Gue-gue- gue. llegué del trabajo y quise hablarte, porque hace meses que no....WAAAAAAA´! - Bueno, atiéndelo y otro día hablamos... - ¡ TENGO QUE CORTARRR! Con solo escucharlas un minuto una se siente feliz de que toda esa etapa le pase a ELLA no a una, para quien por suerte los berridos de bebé ya son historia. La compañía exige elasticidad, y no podemos darnos ese lujo porque hay que exprimir al máximo cada minuto del día. Por eso, terminamos corriendo de aquí para allá... siempre solas. Es enorme la cantidad de mujeres que se dedican a estudiar carreras, o se inscriben en cursos de lo más variados, sólo para sociabilizar, con la esperanza de encontrar amigas nuevas. La prueba de esto es que en cuanto conocen una amiga, abandonan el curso. Y si ven que en su grupo no hay ninguna persona con la que encuentre cierto grado de afinidad, también abandonan el curso y se quedan sin saber portugués, danza árabe, macramé o historia del canto lírico. Porque en realidad no querían saber nada de eso: querían charlar un rato con otras mujeres. Se puede vivir sin un hombre y sin amor, pero no sé si se puede vivir sin la conversación femenina. Las otras mujeres nos reconcilian con la existencia. Por eso creo que con cada amiga encontramos una fracción de vida, un interés común, que se puede compartir en lo que dura un té La incordinación de los tiempos vitales de cada una también atenta contra los encuentros amistosos: mientras una está sufriendo el síndrome del nido vacío, con hijos grandes que se marchan, otra que se casó más tarde está pariendo su primer hijo. ¿ Cómo combinar etapas tan distintas? Se pueden tener amigas mayores que una, pero cuesta el doble organizar encuentros: - ¿ Nos vemos a la tarde, que los chicos están en la escuela? - No... yo a la tarde duermo la siesta. - Bueno, te invito a desayunar a Mac Donalds, y voy con los chicos. - No, no se va a poder hablar, y yo a esa hora voy a gimnasia, ¿ por qué no te vienes a la nochecita a tomar unos vinos? - Ejem...¿ puedo ir con los chicos? - No tendría dónde ponerlos... Y se van a aburrir. - ¿ Por qué no nos vemos el sábado, que los chicos se quedan con el padre? - No, el sábado es el día en que tengo que hacerle la comidita a mi marido. Y tal vez venga mi hijo con mi nuera a casa. También se complica con las amigas más jóvenes, las solteras que no vislumbrar para nada que problemas puede tener una mujer casada con hijos para salir a bailar un jueves a la noche. - El otro día fui con una amiga a un bar fantástico, con un ambiente genial. ¿Vienes el jueves? Habrá un happy hour de daiquirís a las 23 hs. - ¿ Eh? Mi único “happy hour” es cuando los chicos se acuestan a dormir antes de esa hora... - Te estás convirtiendo en una vieja amargada... ¡ Sal un poco a divertirte! ¡ No sabes lo bien que la pasamos con Marisa el otro día! - ¿ No podemos arreglar algo más tranquilo, un almuercito...? - ¡No, niña! ¡ Hay un montón de discotecas nuevas con una onda increíble que se llenan de hombres divertidos! Conocimos unos galanes... - Está bien, dime donde nos encontramos a las cuatro de la tarde. - ¿ Qué cuatro de la tarde? ¡ En esos lugares no pasa nada antes de medianoche... Dale, larga le cordón umbilical y dile a tu marido que te acueste a los chicos, que tú tienes que festejar mi cumpleaños... - ¡Pero si tú no cumples hasta fin de año! - ¡Te estoy dando el pretexto para que podamos salir de noche, boba! - ¡Es que a la noche yo tengo más ganas de meterme en la cama que de salir a pasear por discotecas con onda! - ¡Ufa,niña! ¡Así no nos vamos a encontrar jamás! Las amigas que siguen en el círculo del ligue- cuando una está en el círculo de meter chicos en la cama y acostarse con medias de lana y bolsa de agua caliente-, son insufribles. Tienen tanta necesidad de una amiga que las acompañe a salir de noche y volver de madrugada, que olvidan que una no tiene ni mucama con cama, ni abuela cama adentro, ni ganas de meterse en lugares llenos de humo, música estruendosa y gente histeriqueando. Sólo tienen ganas de apoyar la cabeza en una almohada mullida y recuperar fuerzas para un nuevo día. La diferencia entre la juventud y la vejez reside en que en vez de salir a pasear, una prefiere quedarse tranquila en casa. Es que a los cuarenta una ya bailó mucho, comió mucho, amó mucho, conoció muchos lugares... y ya se sorprende con pocas cosas. ¿Otra vez ir a comer a un restaurante elegante donde la decoración es impecable, pero la carne llega fría? ¿ Vale la pena ir al teatro a ver un concierto, si te sale más barato comprar el compact? ¿ Tienen sentido gastar plata en un restaurante de moda donde sirven ensalada Waldorf con pelos o mosca, pudiendo con la misma plata llenar a tope el carrito del supermercado? No es que una se vuelva haragana, sino que empieza a disfrutar más de las pequeñas cosas que la rodean, que de joven ni siquiera veía. A los 40 se relativiza todo, se toma distancia de las cosas, y una ya no se hace dramas. De los amigos, aceptamos lo que quieran darnos. Después de todo, amiga es la que te conoce todos los defectos, y aún así te sigue queriendo. A los 40 años, una mujer ya no tiene una amiguita del alma (como a los quince. A los 40 tenemos grupos de amistades satélites, que pertenecen a ámbitos muy diferentes y heterogéneos. Tenemos las amigas de trabajo, las vecinas, las mamas de los compañeritos de escuela de nuestros hijos, las amigas del club y las amigas del curso de cocina. Paralelo a este grupo periférico de amistades está el grupo central de amigas de toda la vida, que generalmente son las que hace más años que conocemos, y que pueden ser ex compañeras de estudios o de trabajo, o ex compañeras de colegio. Aunque es imposible intentar unir a todas esas amigas de distintos ámbitos, entre todas, operan como una suerte de red de contención espiritual que nos salva cuando la cosa se pone dificil. ¿Hay algo mejor que hacer catarsis largando toda la peste con las amigas, o que tomar decisiones evaluando en voz alta los pro y los contra de cada cosa gracias a la paciencia indeclinable de una amiga? No hay nada mejor para el alma. El problema es que, a esta edad, todas estamos tan ocupadas que nos cuesta mantenernos en contacto con la frecuencia que quisiéramos. Tener amigas a los 40 equivale a tener un colchón debajo de la cuerda floja. Una se anima a hacer casi cualquier cosa si sabe que luego tendrá una amiga a quien contárselo. Es más: una a veces hace cosas que no le gustan para tener algo para contarle a una amiga. Contar las cosas a una amiga cobran doble significado e importancia, porque a la cosa en sí, se le suma la cara que pone ella ante el relato y los comentarios que hace respecto a los que nos sucedió. Las cosas que vivimos son más reales cuando se las contamos a una amiga que en el momento en que sucedieron. El suceso más horripilante se convierte en una comedia cuando se la contamos a otra mujer. En una reunión reciente de amigas, estuvimos una hora y media hablando solamente de hemorroides, propias y ajenas.Luego volvimos a casa y los maridos preguntaron: - ¿ Qué tal la pasaste con las chicas? - ¡Genial! - ¿De que hablaron? - ¡ De hemorroides! ¡ No sabes cómo nos divertimos! No se puede describir la cara que pone un hombre con esas repuestas. ¿ Cómo van a entender jamás a las mujeres? A todas nos toca pasar por esos períodos en que las amigas no llaman y en los que no tenemos ganar de llamar, aunque tendríamos ganas de charlar con ellas. Suena incomprensible, pero es así: llamar es más duro que hablar por teléfono. ¿ Qué podemos hacer en esos momentos para levantarnos el ánimo si no tenemos una amiga a mano? Obviamente: ¡Salir de compras!

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