lunes, 8 de septiembre de 2008

Esperando que tu candidato salga de terapia intensiva

Si tenemos cuarenta años y aún estamos solas, y no tenemos la suerte de que un jovencito apasionado nos pise los talones, veremos que hay cantidad de gente ansiosa por presentarnos varones sueltos cuyas edades nos hacen pensar que para conocerlos sería más adecuado ir a visitarlos al geriátrico que ellos nos inviten a salir. ¿Y si él nos pasa a buscar en auto, y como no ve nada, choca contra el primer poste que se le cruza? ¿ Y si sufre un infarto y no sabemos qué pastillas hay que ponerle bajo la lengua? ¿ Y si el picante le cae mal y tienes que llamar una ambulancia para que retire el cuerpo del restaurante mexicano? ¡Pero tampoco tenemos una edad como para ponernos exquisitas e ir rechazando hombres! Así como antes nos indignaba que alguien quisiera organizarnos una cita a ciegas con un perfecto extraño, las mujeres grandes venimos tan vapuleadas que, al contrario, a veces agradecemos que nos organicen encuentros con tipos conocidos, si previamente nos muestran una foto del sujeto, su currículum, su biografía, estado actualizado de su cuenta bancaria, certificado de salud, domicilio y buena conducta. Si para entrar en un empleo a un hombre le piden menos que eso, ¿ cómo no vamos a pretender como mínimo, esos mismos requisitos para que un hombre entre en nuestro cuerpo? Estamos en la edad en que alguna amiga bienintencionada te llama para decirte que tiene un tipo “ ideal para ti”: - Yo sé que te va a gustar. No es feo... - ¡OH, no! ¡ Otro bicho! - No, no, no. ¿ Escuchaste lo que te dije? ¡No es feo! ... - Déjame adivinar: ojos claros, pero muy juntos. Ojos hermosos con nariz de bergamota. Nariz preciosa, pero es bizco. Linda cara, pero es jorobado. Lindo cuerpo, pero es enano. - Nada de eso: es guapo, alto... - Pero pobre. - No es pobre: es un profesional. - ¿ Estilo Belmondo? ¿Asesino a sueldo? - Es un buen tipo, y toca muy bien la guitarra. - Entonces es un vago. - No, no ...Trabaja de sol a sol. - Dime de una vez cuál es la contra. Algo malo tiene que tener... - Bueno... Tiene poco pelo... - ¿ Pelado total? - No. Pero... ¿ a esta edad, qué quieres? ¿ Un hombre real o Jimmy Hendrix?¡Los hombres de verdad están pelados! - No me vengas otra vez con la historia esa de que la misma testosterona que les da el impulso sexual es la que les hace perder el pelo... - ¡ Pero es rigurosamente cierto! Mira mi marido: lleno de pelo y cree que la cama sólo existe para dormir. - Volviendo al candidato... ¿Por qué anda suelto si es tan maravilloso? - Bueno...hay un detallito que no te conté. No lo vas a poder conocer ahora mismo... - ¿ Qué? ¿Primero tiene que dejar a la mujer y los siete hijos? - No... ¡Es soltero! - ¿ Entonces? - Tuvo un problemita de desarreglo hormonales, una pavada de tiroides... Y perdió tanto peso que tienes que darle tiempo a que se reponga. - ¿ Tan débil está que no puede salir? - En realidad no lo dejan salir: está internado en una clínica. ¡ Pero dale un par de meses y va a estar disponible, todo para ti! Después conocemos al tipo, y resulta que todo eso de la guitarra era pura publicidad: de tan perfeccionista que es, como no toca como Paco de Lucía, no se acerca a la guitarra ni que lo amanecen a muerte. Obviamente, se les ingenia para mandarte una serenata antes de llevarte a la cama, y después sus cuerdas vocales entran en huelga de notas caídas. Ya se sabe que los hombres aprenden a tocar la guitarra nada más que para levantarse mujeres. Cuando se las levantaron, dejan la guitarra arrumbada y juntando polvo. Si les pides música, encienden la radio. Bueno, volviendo al caso anterior: ¿Problemita de tiroides? ¡Eso es lo de lo más divertido! Un día estás con un flaco muerto de frío en un verano con 50 grados a la sombra, y al mes siguiente estás con un gordo que suda a mares en la Siberia invernal... Al mes de esta historia, te llama otra amiga bienintencionada que te dice: - ¿ Estás en pareja? - Mmmm...Sí y no...Depende...Si tienes a Mel Gibson vacante, largo todo. - Lo que tengo es un amigo íntimo de mi novio. Casa en un club de campo, jugador de golf, empresario, auto importado... - ¡Detente un segundo! .... Cuántos años tiene? - Tiene 60, pero muy bien llevados,¿ eh? Bronceadito, prolijo, buena ropa, generoso... - ¡Olvídalo! ¡Yo podría ser su hija! ¡No quiero un pederasta degenerado que abuse de una menor como yo! - Pero este es un re- buen candidato que le gusta a cualquier mujer... - ¡ A cualquier abuela, querrás decir! ¿ A cuántas mujeres le gustó hasta ahora? - Tiene tres divorcios y seis hijos... - ¡ Por Dios! - Todos grandes, crecidos, que hacen su vida... ¿ eh? - Y dime... ¿No tendrá un hijo buen mozo, empresario, que haga su vida y quiera conocerme? - ¡No, no! Yo quiero que lo conozcas a él. Le hablé de ti y quiere conocerte... - ¡Entonces dile que estoy gorda, casadísima y con diez hijos! Una siempre quiso tener a alguien en la vida. Pero de pronto descubre que tendría que haber sido más específica. Salir de marcha por las noches no nos atrae como antes. Es más: salir de marcha en pleno día tampoco nos cautiva. ¡Cada vez nos parece más cautivante un sofá que un night club , un bar o ninguna cosa con sillas que sean menos mullidas que nuestro propio sofá! En segundo lugar, no nos cautiva la idea de salir para meternos en un bar lleno de ruido, humo y parroquianos cuyas edades indican que deberían estar en un parvulario en vez de solitos tan tarde lejos de casa, de papi y de mami. En tercer lugar, a los 40 necesitamos mucho más tiempo que una mañana para recuperarnos de una noche de juerga. En cuarto lugar, el alcohol que expenden en las barras de los bares de moda ya no nos estimula, sino que nos duerme, nos patea el hígado y lo único imborrable que queda de esa noche de parranda es el dolor de cabeza descomunal con el que amanecemos. La madurez reside en saber cuándo y dónde ser inmadura. Y aunque podemos tener ganas de divertirnos y conocer gente, descubrimos que trasnochar en lugares con música a todo volumen que parece haber sido grabada entre las máquinas de una empresa siderúrgica ( lo que llaman “música tecno”) no es nuestra manera favorita de pasar el tiempo. Entonces andamos a los tumbos con citas a ciegas, como versiones femeninas de Míster Magoo. Nuestra vida amorosa se empieza a parecer al Tren Fantasma, hasta que comprendemos que debemos bajar las pretensiones para poder incorporar un macho en nuestras vidas. La que sigue soñando con Richard Gere, que vaya a verlo en el cine. En las noches de marcha jamás encontrarás a alguien ni remotamente parecido al hermano feo de Richard Gere. Los hombres reales son más parecidos a cualquiera de Los Tres Chiflados. Pero esto no indica que no tengas que prestarle atención o darles tu teléfono. Hasta Moe tiene lo suyo...¡ De los tres, es el que tiene más pelo!

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