lunes, 8 de septiembre de 2008

Marido con viejazo crónico

No basta que a nosotras nos agarre cada tanto una crisis, También a los hombres cuarentones les agarra el viejazo. Y no les viene de manera sutil, sino que los arrolla con la fuerza de un tren de carga. El “viejazo” puede llegarles con un “ pre- viejazo” maníaco: un período en que quieren revivir la adolescencia comprando miles de cachivaches que los entusiamarán durante un mes como máximo, como les pasa a los nenes de dos años. Se gastarán la plata que no tienen en raquetas de tenis, paddle, badminton y squash, canoas y kayaks, palos de golf, béisbol y hockey que relegarán al olvido en cuestión de semanas. Empezarán a hacer jogging al amanecer o a medianoche, porque es el único deporte en el que no hay que alquilar cancha ni organizar un equipo. Las panzas les crecen y los músculos se les achican. Entran en pánico: si quieren ganar plata en horas extras en la oficina, no pueden dedicarse a sacar músculos. Pero si quieren tener músculos...¡ se quedan sin el dinero de las horas extras!. Esto los deprime y, cierta edad, los desmorona. En la etapa en que soñaban con lograr su realización personal, lo único personal que lograron es una úlcera estomacal y un salvavidas de grasa haciendo juego. Los maridos víctimas del viejazo maníaco empiezan a comprarse chaquetas de cuero, a jugar compulsivamente al tenis y a coquetear con alumnas o secretarias a las que triplican en edad. Hora de vigilarlos de cerca y proponerles hacer un curso de paracaidismo juntos. Si empiezan a coquetear con la instructora, le cortas un par de piolines de su paracaídas y santo remedio. Los que son víctimas del viejazo depresivo, se ponen mustios y nada les interesa. Se encierran en sí mismos y te ladran si pretendes acercarte. Todo lo que intentes para levantarles el ánimo es en vano. Si tienes suerte, empiezan a criticarte todo lo que haces. Si no te tienes suerte, simplemente te ignoran. Ves que tu maridito, otrora atento y con una admirable agilidad mental ( ¡en especial para sacar cuentas de tus gastos!), se queda “volando”, sin escuchar lo que estás diciendo. Su cuerpo está aquí, pero su alma está en Katmandú. Un marido entró en un ataque de andropausia cuando planea renunciar al empleo en tiempos de 20% de tasa de desempleo, anunciando que quiere dedicar el resto de su vida a un empleo que implique una importante contribución a la sociedad, como ser instructor de esquí. O cuando quiere llevar a cabo sus más locos sueños. Es normal que tu marido sueñe con comprarse un yate y embarcarse en él con una chica idéntica a Pamela Anderson. El problema es que deje de soñar y, en efecto, lo haga. Los hombres siguen extrañando la época en que al derribar un mamut que los decuplicaba en fuerza y tamaño, se sentían ellos mismos tan impresionantemente poderosos como el mamut. Ellos no terminan de convencerse de que ahora el mamut se vende tajado en filetes y envuelto en celofán sobre bandejitas de telgopor en el supermercado. Entonces buscan detentar el poder de cualquier otra manera que esté a mano: desarmando el motor del auto justo cuando lo necesitábamos para salir o reclamando dominio absoluto sobre el control remoto del televisor. Todo eso es normal: denota su manera de protesta pasiva para recuperar el poder. Hay que recordar que la casa de un hombre es por fuera su fortaleza... y por dentro su jardín de infantes. Otros síntomas de que tu marido entra en crisis pueden ser que te avise que va a gastarse los ahorros de ambos en un Jaguar de vidrios polarizados. O cuando lo sorprendes en el baño leyendo las instrucciones de tu caja de tintura rubio dorado. O cuando los fines de semana desaparece para ir a practicar parapente. O cuando su mesa de luz se le empieza a llenar de libros titulados “ Hombres Emancipados” y “ Cambia tu vida ¡ YA!”. O cuando te dice que ya no sabe si está con tú por amor o por costumbre. Tal vez te sirva saber tres cosas sobre tu propia crisis de la mediana edad: 1)Te conviene posponer tu crisis hasta que tu marido termine con la suya. 2)Tendrás que posponer tus crisis hasta que tus hijos terminen con la adolescencia. 3)Cuando finalmente tengas tiempo para pasar por una crisis de la mediana edad, no vas a tener fuerzas para vivirla. Pero si quieres entrar en crisis, ¡adelante!...de todos modos, nadie se va a dar cuenta.

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