lunes, 8 de septiembre de 2008

CÓMO NO ESTRANGULAR A LOS HIJOS ADOLESCENTES

Las de 40 que iniciaron sus familias a más temprana edad suelen tener hijos adolescentes. Los adolescentes son unos seres muy extraños, que hacen todo lo posible para demostrar que no nos necesitan y que nos desprecian, cuando en realidad nos necesitan más que nunca. Dicen que un chico entra en la adolescencia cuando deja de preguntarte de dónde vienes y deja de decirte adónde va. Ante todo, un hijo adolescente es el que te hace decir cosas como: “¿Cómo le puede gustar esa música horrible?”, Lo que a su vez prueba que te estás convirtiendo en una vieja. Quieren despegarse de nosotras, pero no saben cómo. Si una no puede ponerles límites exactos, te pueden hacer la vida imposible, llegando a casa a la hora que se les antoja, ladrando en vez de hablar, sacando comida de la heladera a cualquier hora del día y dejando un reguero de ropa sucia tirada por la casa. Y si no tienes tu autoestima en alto cuando tus hijos entran en la adolescencia, la casa se convierte en una especie de campo de batalla de fundamentalistas talibanes contra guerrilleros afganos. Y lo peor de todo, es que los adolescentes, lejos de asociarse en contra de los padres, se hacen la guerra permanente entre sí. “El se llevó mi campera, entonces puedo quemarle las zapatillas”, “ Ella se comió mi porción de torta, entonces puedo tirarle todos sus compacts al wáter”, “Ella no deja de hablar por teléfono, entonces yo puedo romperle su diario íntimo”... ¡Uf! Los chicos en plena adolescencia te piden a gritos que les pongas límites firmes para saber qué terreno pisar. Lástima que el único límite que a una se le ocurre siempre viene ligado a ideas tales como la de partirles una plancha por la cabeza o estrangularlos con la soga de tender la ropa. Nos sacan de quicio haciendo burradas como uno que conozco, que, - impaciente porque no le llevaba a tiempo su hamburguesa- , pegó un puñetazo en la mesa apretando el frasco de ketchup, y dejó el cielorraso recién pintado de blanco inmaculado con un reguero de salpicaduras rojas que ni a Jackson Pollock se le hubiera ocurrido elaborar. No sé con qué diablos harán el ketchup, pero todo ese rosario de gotitas carmesí nunca salió del techo, ni frotando cada gota con lejía pura. Desde entonces, no compré más ketchup. En parte, para evitar más arranques de furia que terminen decorando mis paredes con un “Estilo Guillotina” que no es mi favorito. En segundo lugar , porque ese pigmento indeleble me hizo pensar que el ketchup tiene mucho más de pintura naval que de salsa de tomate. Una psicóloga especializada en bestias salvajes ( o sea, adolescentes) me contó que su consejo ante las madres desesperadas es que los hijos adolescentes necesitan fortalecerse tirando bombas contra el muro de contención que son los padres. Y van a tratar de hacer pedazos, bombardeándote todos los días sin parar. Pero si el muro es lo suficientemente sólido y firme, y uno hace caso omiso del bombardeo, ellos saldrán fortalecidos ...y tú, amoratada y confundida, ¡pero mucho más curtida que antes! Si les demuestras con firmeza que no vas a tolerar chifladuras ellos van a estar más tranquilos, sabiendo que cuentan con padres sólidos, que no se desmoronan así como así. Y a partir de ahí también puedes postularte como mediadora en tomas de embajadas por fundamentalistas islámicos. Los libros de psicología juvenil te aconsejan tratarlos con una “ tierna firmeza”, lo que además de ser un oxímoron en literatura, no me permite adivinar como se hace: ¿ Gritando entre dientes mientras sonríes falsamente? ¿O arrastrándolos de la oreja con suavidad mientras silbas un vals? En cierta etapa de la vida a muchas mujeres se les hace difícil entender que la etapa más sexual de su vida llega a su fin casi al mismo tiempo que comienza la vida sexual de su hija. Es como pasar la posta , la antorcha olímpica para la generación que sigue. Las madres que no pudieron quemar etapas quieren vivir adolescencias tardías poniéndose la ropa de las hijas y queriendo ser compinches de los amigos de ellas. No lo hagas: las hijas tienen novios para separarse de las madres. Por eso mismo, tendrán una sana tendencia a buscarse novios que a la madre les resulten detestables. Ponte contenta si tu hija te trae un bicho bruto que escupa en el piso de tu casa....¡ tienes una hija de psiquis saludable! Esta es la etapa en que justo cuando a nosotras, las de 40, nos deja de importar el “qué dirán” y dejamos de lado para siempre las apariencias, en casa tenemos un hijo que empieza a entrar en la adolescencia y comienza el proceso inverso. El mismo chaval que podía estar dos meses sin bañarse ni peinarse , se pasa la vida perfumándose y desodorizándose hasta la exasperación y cambiándose de peinado treinta veces antes de salir a la calle. El mismo que hasta ayer combinaba buzos impresos con patitos verdes con pantalones jogging agujereados, ahora dice que no tiene qué ponerse :sólo quiere usar buzos negros con jeans nuevos. El mismo hijo que hasta hace poco se abalanzaba sobre la comida, masticaba con la elegancia de un cerdo y se limpiaba la mayonesa con la manga., ahora sólo come a escondidas porque dice que quiere adelgazar – aunque vacía le heladera en tiempo record- y se lava los dientes como si fuera a donarlos para un implante. El mismo retoño que te hacía pasar vergüenza en el bus gritando: “¡Yo me bajo porque esa gorda no me da el asiento!” , ahora es el que te dice a ti: “¡Mamá, no hables tan fuerte!”, o “Mamá, ¿Cómo puedes reírte así delante de la gente?”. El mismo hijo que no podía distinguir un vestido de un camisón, ahora te dice “¡Mamá ,no salgas con ese pañuelo, que estás ridícula!”. Los pequeños cambiaron tanto que la única razón por la que los reconocemos es por sus fotos sobre la cómoda. Mira que bien que están hechas las cosas: justo cuando ellos nos someten a las mayores humillaciones, a una ya no le importa un pepino lo que nadie opine de nosotras. Es más, su manera tan exagerada de rechazarnos nos puede servir como método de coacción: “¡Esta noche llega temprano a casa, jovencito,o salgo con las calzas atigradas color naranja fluo a llamarte a los gritos a la calle cuando vuelvas con tus amigos del colegio!” “¡Mira que si no terminas los deberes, canto “ La Traviata” a los gritos mientras estás hablando por teléfono con tu amiguita!” “¡Ordena tu cuarto ya, o te voy a buscar a la escuela con ruleros y esa campera de esquí verde con rayas fucsias que detestas tanto!” Aprovecha mientras puedas. Estás en plena etapa de la libertad, la libertad de avergonzar a cualquiera. Porque es mucho mejor tener fama de vieja loca que de vieja amargada. Ámalos mientras puedas. Un día partirán hacia sus destinos. Pero no te ilusiones demasiado: tal cosa no sucederá muy pronto.Los hijos actuales tienen una tendencia marcada a quedarse,y quedarse, y quedarse.... Es bueno que vayas sabiendo, para el futuro, que eso del “Síndrome del Nido Vacío” es un mito absoluto, porque no existe tal “ Nido Vacío”. Al menos en este país, nunca llega el momento feliz en que con tu marido se digan “ Los chicos se independizaron...¡ Al fin solos!” . ¿ Por qué el nido nunca se vacía? Porque cuando finalmente se fue de tu casa el último de tus hijos, el primero en partir volverá divorciado, con tres hijos pequeños y una novia nueva y desagradable. Cuando finalmente tus hijos se casan y te quedas solita con tu maridito, tu mamá se instala en tu casa porque se fracturó la cadera. Cuando tu mamá mejora y al fin se vuelve a su casa, tu suegra envejece de golpe y se instala en tu casa porque nadie puede pagarle una internación en un asilo. Cuando tu suegra consigue un geriátrico económico, tu hija vuelve de Europa diciendo que no se adaptó y quiere quedarse en casa. ¿De qué “Nido Vacío” me hablan? ¿ Alguien tiene un nido vacío para prestarle a una que no quiere quedarse sin vivir esa etapa?

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