lunes, 8 de septiembre de 2008
Capítulo 5 : Mentes dementes
Crecer es muy dificil. Es siempre más simple pasar de una infancia a otra.
Francis Scott Fitzgerald ( 1945)
CÓMO DECIR “NO” CUANDO QUIERA DECIR “NO”
Por lo general, las mujeres somos unas negadas a acordarnos de que existimos.
Podemos caernos de sueño paradas, pero somos incapaces de dormir una siesta.
Por lo menos a mí, tirarme quince minutos a descansar en la cama me llena de una culpa atroz. De nada sirve que todos los demás habitantes de la casa estén roncando a pata suelta en una tarde de domingo: yo no puedo dormir, porque hay que secar platos, zurcir ropa, pegar botones, ordenar papeles y forrar estantes por toda la casa.
“¡Culpa, culpa, culpa!!”...¡ Es el eterno fantasma que persigue a las mujeres!.
Hasta los 40, una siempre actuó en función de algo o alguien. Y olvidó parar cada tanto el carro para preguntarse: “ Momentito, ¿qué quiero yo?” .
Nos dio pánico alarmar, escandalizar o desagradar a cualquiera. ¿ Pero quién dijo que nacimos para agradar? Cada vez que queremos hacer algo ( estudiar computación, por ejemplo), nos frenamos si alguien nos dice ( como todos nos dicen): "Es una locura”, “Tú no tienes tiempo”, “ ¿A tu edad? ¿Cómo se te ocurre. ?” , “ ¿ Y los chicos, qué?” , “ ¡Pobre tu marido!” , “ Ya no eres una niña...”.
Esta lucha interna entre nuestros deseos y lo que los demás esperan de nosotras es como un partido de fútbol en la cabeza, confuso y agotador. Siempre tendemos a hacer aquello que nos haga sentir más útiles y queribles. Y por eso les decimos a todos que “ Sí”, siempre.
- Mamá, alcánzame una toalla.
- Sí.
-Cariño, hazme un café.
-Sí
-Y ahora ve a plancharme la camisa.
-Sí, cómo no.
En la película iraní “ El Espejo”, de Yafar Panahi, una niñita perdida en las caóticas calles de Teherán, quiere volver a su casa. La cámara sigue la odisea de la niñita tratando de llegar a su casa, sin reconocer que está perdida y sin aceptar ayuda de nadie. No quiere que nadie la lleve, ni que llamen a la familia y no acepta la ayuda del equipo de filmación. Y, a fuerza de decir “No”, ella solita regresa a su hogar.
El film habla de que sólo la mujer que puede decir “No” es la que vence.
Los 40 son una buena edad para empezar a decir “No”. Todos los “No” que no nos atrevimos decir antes.
Esto me recuerda a un día en que me sentía realmente agotada. Mi marido llegó a la noche a casa, volviendo del trabajo, y encontró todo tirado, los cajones abiertos, las camas deshechas, parvas de platos sucios en la cocina, todo dado vuelta en un revoltijo de mugre increíble. Entró a la cocina y me encontró muy tranquila en medio del despelote total, leyendo el diario entre las tazas sucias del desayuno. Entonces me preguntó, horrorizado:
- ¿ Se puede saber qué diablos pasó aquí?
Yo lo miré y le dije:
- ¿ Has visto cuando vienes del trabajo y me preguntas qué diablos hice sola en casa en todo el día? Bueno...¡Hoy no lo hice!
Hace diez años, no me animaba a decirle a un taxista que había tomado mal el camino a casa. Sufría tratando de adivinar qué itinerario había elegido el hombre. Ahora, a los 40, un taxista llega a cambiar de recorrido le pregunto en seguida: “Oiga... ¿Por dónde está yendo?”. Ya no me preocupa si le molesta o no que le corrija el camino.¡Me parece tan parece ridículo lo que hacía antes!¡ Tenía 30 años y esperaba que caerle bien a los taxistas! Los 40 me sirvieron para saber que el taxista no tiene por qué quererme. Es decir, si una busca que alguien la quiera... ¡ por lo menos que maneje su propio Rolls Royce, no un taxi!
Los 40 es buen momento de empezar a decir lo que pensamos, empezando por el taxista: “ Señor, ¿ por qué va por la avenida, que siempre está congestionada, si le pedí que fuera por las calles de adentro? Vaya por donde dije o no le pago el viaje”. Si una mujer islámica bajo el régimen de Khomeini se anima a enfrentar al tachero rebelde... ¿ Cómo no vas a enfrentarlo tú?
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