lunes, 8 de septiembre de 2008
Capítulo7:Trabajar agota
¿Busco empleo o me quedo planchando en casa?
Me tiene cansada escuchar el anticuado concepto de “ Mujeres que trabajan”.
Para empezar, la misma frase es una redundancia: si eres mujer, trabajas.
Hasta la más vaga de las vagas tiene que darle directivas al personal doméstico, controlar que no falte nada en la heladera, que los hijos hagan los deberes de la escuela y que las camisas de hombre estén colgadas donde quiere el marido. Y eso da trabajo.
Las que tiene menos suerte ( el 99,9% restante), tienen que salir a ganarse el puchero porque con un solo sueldo no llegamos a fin de mes.
Y cada vez son más las mujeres jefas de familia cuyo empleo aporta el sustento completo de la casa. Así que mejor ni hablar de vagancia.
También sabemos que la jornada laboral de la mujer no se limita a las 8 horas de trabajo, más 2 horas de viaje de ida y vuelta a casa, sino que en casa sigue hasta que una cae rendida. En casa hay que intentar que los chicos se bañen, la ropa esté planchada y haya algo para comer a la hora de la cena, el desayuno y el almuerzo del día siguiente. Por conservar el decoro de la familia, un día me descubrí cortando 80 uñas en una hora...¿ No es un dato para el libro Guinness de los récords?
Cada día de la vida cotidiana de cualquier mujer da para llenar tomos del libro Guiness: “Una mujer trabajó 8 horas parada, planchó 6 kilos de ropa, hizo 2 kilos de milanesas... ¡ y al otro día comenzó a hacer todo de nuevo!”
En esta faceta de la vida las mujeres llegamos a una etapa laboral donde generalmente ya tenemos bastante experiencia. Una consultora de empleos me lo dijo con mucha elegancia: “Tú ya tienes seniority y expertise”. Manera elegante de decirme “ vieja zorra”.
Sea cual fuere el rubro laboral que hayas elegido, seguro que hace más de 10 años que estás en el ramo. Y por ende, ya conoces el paño.
Entonces se te aparece el momento de decidir si quieres hacer algo para llegar lo más arriba posible de tu carrera, o si te quedas en el lugar adonde pudiste llegar hasta ahora.
Este es un punto de inflexión en nuestras vidas.
Porque, como madres, sabemos que si una opta por tener un puesto de mayor responsabilidad, eso demanda más tiempo. Y como el tiempo no es de chicle, el tiempo extra que le pongamos a un empleo, se lo tenemos que sacar a nuestra casa y a nuestros hijos.
Y si nos quedamos sin apuntar más alto, tal vez perdamos la última oportunidad de ascenso, porque después de esta edad se hace difícil convencer a un gerente de que quieres llegar más alto. Si te ven muy achanchada en el mismo lugar, todos creen que no quieres ser otra cosa que telefonista. A veces, para asumir un cargo mejor, hay que prepararse, estudiar, aprender computación, idiomas, conseguir un doctorado. Pero eso es tiempo que le tienes que sacar, una vez más, a tu casa, familia e hijos. Y con la tendencia general que hubo en los últimos años de tener hijos a una edad más tardía, probablemente en tu casa aún haya chicos en edad escolar que todavía no saben arreglarse solos.
No existe un momento ideal para tomar decisiones relevantes en la vida.
El momento ideal es cuando se juntan las ganas con la oportunidad.
Muchas mujeres adorarían que de una vez por todas los lugares de trabajo implementaran un sistema de horarios partidos: media jornada por medio sueldo. Cuatro o cinco horas fuera de casa nos daría la plata necesaria y el respiro esencial para sentirnos independientes y ejercer nuestro profesionalismo. Por ahora, y aunque el teletrabajo avanza, casi todo el mundo te quiere full time atada al escritorio, aunque el 60% de ese tiempo total te lo pases aburriéndote porque, como buena mujer que eres, terminaste tus tareas diarias en menos de la mitad del tiempo que demora un hombre en hacer lo mismo.
Hay mujeres que se animan a plantearle a sus jefes la necesidad de terminar el trabajo en sus casas, para cuidar el bebé o piden permiso para salir antes y compensar sus tareas en otro momento. En Estados Unidos a eso se le llama flexiplace y flexitime. Algunas lo logran. La mayoría, por respuesta, recibe un flexisalary: le rebajan el sueldo por protestar.
Tal vez hayas dejado de trabajar para criar a tus hijos y de golpe te encuentres lista para reingresar al mercado laboral, ya que tienes hijos crecidos y capaces de abrir la heladera y hacerse un sandwich de mortadela sin rebanarse el dedo.
Tal vez creas que ya es tarde para empezar a trabajar, y que nadie va a querer emplearte con tu antigua experiencia laboral. Porque una recuerda sus años laborales de antes de ser mamá, y te parecen tan lejanos como el Mesozoico.
Pero esa es tu manera de ver las cosas, no necesariamente la de un empleador que quiere alguien seria, practica y cumplidora que termine de hacer lo que hay que hacer. Si una logra transmitir eso, puede entrar en cualquier parte... ¡Piensa que Mónica Lewinsky entró como pasante a la Casa Blanca con mucha menos experiencia que tú! Y encima el jefe le convidaba habanos.
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