lunes, 8 de septiembre de 2008

Prólogo para Mujeres en Flor

Prólogo para mujeres en flor -Para los roles protagónicos, buscamos mujeres de una edad determinada: los 40. Con la excepción de Eva Longoria, que tiene 31. Las de cuarenta me resultan fascinantes: no ocultan su edad, son seguras, sexy e interesantes.- Marc Cherry , autor de “ Amas de casa desesperadas” "De corazón te digo que la madurez – al menos en mi caso - ,mucho más feliz que la juventud Nunca antes estuve tan entretenido y tan poco preocupado como ahora”- George Santayana Seamos honestas: nadie en su sano juicio agradece envejecer. Por más que nos digan que cada etapa se disfruta de manera distinta, que el tiempo no pasa en vano, que hay que dejar espacio a los jóvenes, esto de dejar de ser una jovencita es un hueso duro de roer. Aunque ya no seamos unas niñas, nos parece que fue ayer que tuvimos 14 años. Por dentro siempre seguimos sintiéndonos igual que cuando éramos ninfas, porque vivimos una existencia en la que los años duran minutos y los minutos son eternos, especialmente cuando estamos esperando que nuestro hijo salga del baño o nuestra peluquera nos saque la cabeza de la pileta de lavado. Cada vez que una amiga nos recuerda que hace treinta años que la conocemos, lo primero que nos sale es una negación absoluta: “ No puede ser que haya pasado tanto tiempo. ¡Si yo soy una niña!” Lo segundo que nos sale es: “ ¡Cierra la boca! ¿ Qué tienes que andar contando décadas?” A mí me parece que fue ayer que tenía 17, 21 o 25 años, que me veía la cara fresca y lisa como una ciruela en el espejo, y pensaba: “Yo no puedo creer que un día toda este piel se me llene de arrugas. Si eso me pasa, prefiero morirme”. Cosa curiosa: arrugada y todo, ¡prefiero seguir viviendo! Lo que demuestra que de niña era muy tonta y de mayor soy mucho más sabia. O cuento con más instinto de supervivencia. Me consuela recordar que me amargué los 20 pensando que ya no tenía 14, me arruiné los 30 pensando que ya no tenía 20, y ahora, a los 40, miro fotos mías de cuando tenía 30 y pienso “¡ Qué desperdicio de tiempo amargándome! ¡ A los 30 era una niña y no me daba cuenta!” Ahora sé que a los 94 diré: “¡No saben lo bien que estoy ahora en comparación con la cara que voy a tener a los 102!”. A los 15 años una se puede pasar una mañana entera depilándose las cejas. A los 20 podíamos pasarnos una tarde entera depilándonos las piernas. A los 30 perdíamos el día depilándonos el cavado y el bozo. A los 38 pasábamos una semana entera depilándonos las canas. Y a los 40 nos damos cuentas de que no valía la pena perder tanto tiempo depilándose, porque nadie se fija en nuestros malditos pelos. Las mujeres siempre nos debatimos entre tener la autoestima demasiado alta o tenerla demasiado baja. Y en los dos extremos nos quejamos, porque no encontramos a nada ni nadie lo suficientemente bueno como para una, o porque creemos que no somos lo suficientemente buenas para nada ni nadie. Recién después de los 40 encontramos el equilibrio justo: somos lo que somos. Entramos en esa etapa en la que una se peina y maquilla antes de mirarse al espejo —para no asustarse demasiado—, en la que sabemos que si un hombre nos sigue por la calle no le interesa nuestro culo sino nuestra bolsa, por lo cual optamos por cuidar más a nuestra bolsa que a nuestra reputración , y renunciamos para siempre a usar tejanos ajustados. Que adem´ñas de nom crearnos nunca , son fríos en invierno y calurosos en verano, y no son el atuendo más adecuado para una dama en la ciudada sino para un mineros en California, caramba . A los 40 una empieza a distinguir lo superfluo de lo importante, y lo importante de lo imprescindible. Es superfluo amargarse por un granito en la nariz, es importante cuidar el nivel de colesterol y es imprescindible ver a las amigas aunque sea una vez por año. En esta etapa de la vida también me di cuenta de que más vale desarrollar la mente y el espíritu que desarrollar los músculos abdominales , que abandonan pr cansancio a mitad del ejercicio. Según las estadísticas, las mujeres de 40 tenemos por lo menos 40 o 50 años más por delante para disfrutar a pleno. Por eso, más vale que los disfrutemos con moral alta, sonrisa plena y un flequillo que nos cubra las arrugas de la frente y disimnule que perdemos pelo Hay algo mucho mejor que ser una joven frustrada, y es ser una mujer madura que se acepta a sí misma. . ¿ Qué mérito tienen ser joven? ¡ Todos lo hemos sido! ¿ Será el mérito de las violetas y las mariposas”Míralas ahora , porque duran poco”? . Tampoco es cuestión de volvernos unas resentidas gritando en un concierto de rock : “ ¡ Ya os marchitaréis , todos vosotros!” A esta edad una empieza a hacer las paces con la vida: esto es lo que hay, y hay que acostumbrarse. En esta edad una empieza a hacer las paces consigo misma. Mirando la foto del cumpleaños de veinte, decimos: “¡Mira que linda que era yo, y no lo sabía!”. ¡Muchachas, dentro de 40 años veremos una foto de hoy y diremos lo mismo! ¿Por qué no aprovechar que hoy, a los 40, estamos en la flor de la edad?

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