lunes, 8 de septiembre de 2008

Esas deliciosa charlas sobre bótox

Tengo un grupo de amigas – en realidad, ex compañeras de trabajo- que nos reunimos una vez por año. Y cada vez que nos reunimos, el tema central es la cirugía estética. Es que si con tus ex compañeras de trabajo sólo te ves una vez por año, es inevitable que se perciban comparaciones en la manera de envejecer de unas y otras.Algunas se parecen a Dorian Gray y otras nos parecemos al retrato de Dorian Gray. ¿Conocen la historia de Oscar Wilde, acerca del hombre vanidoso que logró que un retrato con su rostro envejezca por él, mientras él se conservaba siempre joven y bello? Bueno, las que se parecen al retrato cada año se ven más lozanas y las que nos parecemos a Dorian Gray envejecemos por ellas. ¿ Y por qué ellas no envejecen nunca? Porque sacan partido de los maravillosos adelantos científicos de la cirugía estética. Últimamente, en esa reuniones de lo que más se habla es del Botox. Muchas de ellas ya pronuncian la frase “surco nasogeneano” sin trabarse, de tanto mirarse las incipientes rayas que van de la nariz a la comisura de los labios. Algunas se empezaron a aplicar inyecciones de Botox, que no son otra cosa que un concentrado de toxinas iguales a las que proliferan en las latas de conserva vencidas, de las que encuentras hinchadas en el fondo de la alacena. ¿Has visto que si las abres, explotan? Ya te habrán dicho que si te las comes, te mueres de una enfermedad terrible llamada botulimia, producida por la ingesta de toxina botulímica. Esa toxina es la que te inyectan en la cara: es un veneno tan feroz que te paraliza los nervios. Aplicada en los nervios faciales, impide que el nervio levante el músculo al levantar las cejas, o que se te haga un pliegue en el rostro al sonreír. O sea que hay mujeres prefieren envenenarse el rostro, pero lucir jóvenes. Para colmo, el veneno pierde su efecto luego de pocos meses, y hay que volver a envenenarse si una no quiere que las arrugas reaparezcan. Como cada sesión de inyecciones de Botox cuesta unos 600 dólares, si quieres estar sin arrugas tienes que gastar al menos unos 1200 dólares por año. Por ese mismo dinero te puedes ir en un viaje de diez días, a un hotel cinco estrellas, con todo incluido, a Cancún, Las Bahamas, Nueva York o París. Y regresar llena de arrugas de risa y sol. Pero aún así, mis amigas miran con alegría la perspectiva de estirar el tiempo de lozanía facial sin tener que pasar por un quirófano, porque las inyecciones de Botox son aplicaciones ambulatorias. Algunas se pasan tarjetas de cirujanos plásticos baratos como quien se pasa el teléfono de una pizzería nueva. Ellas mismas confiesan que sus maridos son tan despistados que no notan la diferencia. Año tras año, veo con espanto que la única miembro del Botox Fans Club que envejece soy yo. Las demás se van pareciendo a mis hermanas menores, a mis sobrinas, a mis hijas. Dentro de poco voy a parecen su abuela. - ¿ Por qué te resistes a la cirugía estética? – me preguntan. - Es que aún no odio lo suficiente a mi cara de siempre- respondo - ¿ No harás ningún retoque? - Tal vez, algún día... - Pero si esperas mucho, cada vez da menos resultados. En cambio, si lo haces a tiempo, el cambio es gradual, nadie lo nota... - ¿Y para qué me voy a operar la cara si nadie lo va a notar? - Las aplicaciones de Botox te dan un cambio sutil y elegante... - ¡Pero eso de envenenarme la cara!... . - ¿Qué te importa lo que te inyecten, mientras dé resultados? - ¿Pero qué sabes si no te afecta otra cosa, si no tiene efectos secundarios?Yo no me animo a que me hagan cualquier cosa... ¿ Y si me paralizan el cerebro, o no puedo cerrar más la boca?¡Me parece una locura! - Mi madre se lo hizo y está feliz.¡ Parece mi hermana! - ¡ Yo quiero que mi madre siga siendo mi madre! - Te aseguro que vale la pena. - ¡Pero es muy caro!... - Es mucho más barato de lo que te parece, comparando con cómo te sientes al verte al espejo... Viendo que no me convencía, otra añadíó: - Ahora lo que te convienen es aplicarte láser. Dicen que es caro, pero es fantástico... Y otra agregó : - Sí, me contaron que el láser te quema toda la cara y la piel de abajo renace como nueva. Yo les dije: - Es cierto: tengo una prima que estuvo en un incendio y se quemó la cabeza, y no le quedó ni un pelo... ¡pero tampoco una arruga! . Y ellas siguieron comentando: - Yo me fui a hacer un lifting químico con una amiga y fue un fiasco: a ella se le cayó la cara a jirones... ¡ y a mí no se me salió ni un pellejito! - ¿ No se te cayó toda la piel, como flecos rotos?- dijo otra, horrorizada- Perdóname...¡Pero te estafaron! Había una publicidad en revistas de Estados Unidos sobre una crema facial llamada Oil of Olay que mostraba la bellísima cara de una señora cincuentona muy elegante, con la leyenda “ I don´t want to grow old gracefully. I want to fight it every step of the way” (“ No quiero envejecer dignamente. Quiero pelear a cada paso contra ello.”) Contradicción a repetición: ¿Cómo te vas a rebelar al hecho de envejecer, si es algo que nos sucede a todos? ¿Y qué harás al envejecer en estado de rebeldía? ¿Convocar a tus nietos para decirles: “Me voy a tirar por la ventana porque no quiero ser la más vieja de la familia”? ¿Cuál es la alternativa? ¿Morir joven, bella y famosa como Marilyn Monroe, o tirarse al río como lo hace la bella Annabella Sciorra en “El marido de la peluquera”, para morir antes de que él le descubra una arruga? ¿ Por qué negarse de modo tan tajante a ver qué hace el tiempo con nuestro rostro? En cierto punto de la vida, la cara nos empieza a hacer juego con nuestra historia personal. Y no está nada mal que así sea. Creo que la mitad de las cosas que podrían hacerse con una cara de 20 años ya no nos interesan. Y las cosas que nos tocan hacer con nuestra edad real son inevitables. Supongamos que tenemos un marido que pensaba fugarse con su secretaria Lorena . De golpe, al vernos la cara rejuvenecida, lo medita y decide: “La verdad, ni vale la pena correr detrás de Lorena si mi propia esposa ahora parece más joven”. Pregunto yo: ¿Para qué queremos un energúmeno así a nuestro lado? ¡ Es como para que Lorena se lo lleve envuelto en papel de regalo y con moño! Es más, yo se lo despacharía a otra Lorena: Lorena Bobbit, la del cuchillo. Operarse para estirar las posibilidades de ligar con candidatos jóvenes puede ser razonable...si piensas soportar reuniones donde sólo se habla de MP3 , DJ´s , DVD y CR- ROMS...¡S.O.S.! Operarse para seguir cautivando al esposo me parece terrible, salvo que ambos hagan un pacto quirúrgico en el que él si tú te aplicas inyecciones de Botox para sonreír sin que se note demasiado tu sonrisa, él se comprometa a lipoaspirarse la panza, a sacarse la papada y hacerse un implante peneano para cautivarte a ti. ¡Sólo así valdría la pena! La mayoría de los cirujanos plásticos no atienden a mujeres feas que quieren ser lindas, sino a mujeres lindas que quieren juventud eterna. Para las que siempre fueron lindas es mucho más difícil envejecer que para las que nunca fueron grandes bellezas, porque tiene mucho más que perder, y basaron su historial de satisfacciones personales en comentarios acerca de “ ¡ Qué linda eres!”, “ Tienen una cara bonita...”, “ Qué bien te queda ese traje”, y eso. Las feas, en cambio, se las rebuscaron para que las aplaudan por otras cosas: “¡ Qué lindo bolso tienes!”, “ Tienes una casa bonita...”, “ Qué bien te queda esa profesión”, y eso. Si me dan a elegir, de los dos piropos, me quedo con los que refieren a cosas más duraderas. Y a los 40 ya sabemos que dura más un buen bolso que una buena nariz. Sería maravilloso poder sacarse las arrugas de una manera simple, incruenta y barata, donde no sangres ni duela. Pero por ahora eso no existe. Hasta la Reina de Grecia- la mamá de la Reina Sofía de España-, se murió en un quirófano cuando quería operarse los párpados caídos. De verse mal, pasó a no ver nunca más nada. No creo que sea buen negocio. Ni creo que este sea momento de arriesgarse a que los cirujanos hagan experimentos con nuestros rostros, bustos o caderas. Casi todas las mujeres que son modelos de belleza contemporánea tienen rostros infantiles: narices respingadas, bocas pulposas, pieles tersas, pelo dorado, ojitos brillantes, pestañas largas...¡dan ganas de ponerles babero y hacerles upa! Las caras bellas son caras aniñadas. Y si no, son bellezas exóticas, que es como las revistas de moda llaman ahora a las feas jóvenes. Pero si lo pensamos bien, esas son caras bellas de rasgos absolutamente encantadores por lo aniñados, no inspiran demasiado respeto. Quedarse sin arrugas es como aferrarse al pasado, a un momento de la vida que ya no está más. Las arrugas nos meten en una nueva dimensión de nuestras vidas: cosechamos otras cosas, los demás nos tratan distinto, tenemos otros derechos. No puedes dar órdenes con una cara de niña. Inténtalo, o recuerda cuando querías dar órdenes cuando tenías frescos 18 años. Todos bromeaban y se reían de tus pucheritos disgustados. Pero si tienes una cara de señora mayor y dices: “¡Cállense la boca!”...¡Todos obedecen y se callan la boca! ¿No es maravilloso?

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