lunes, 8 de septiembre de 2008
La monodieta del apio y el vino tinto
LA MONODIETA DEL APIO Y EL VINO TINTO
Desde el maldito día en que una señora inglesa parió una hija flaca como un grisín de gluten que se hizo famosa como modelo por sus patas finas como espárragos y se dio a conocer como Twiggy ("Pajita")...las mujeres estamos fritas. La moda de la flacura nos obliga a ser flacas, o morir en el intento. La alternativa es recluirnos en un convento de clausura, pasra usar esa ropa de monjas que te tapa todos los rollos .
Desde entonces, todos los laboratorios medicinales que dicen que la centella asiática, el aloe vera, y la hormona de tapir hembra virgen adelgazan, se llenan de dinero a costa de nuestras vanas esperanzas.
Los rollitos siguen ahí, incólumes, señalándonos que la única manera de adelgazar es morirnos y reencarnarnos en una campesina etíope de esas que aparecen en los avisos de UNICEF.
En la antigüedad– los tiempos de los pintores como Rubens y Durero- las mujeres bellas estaban llenas de rollitos, porque ser flaca equivalía a ser tuberculosa, y ningún hombre quería acostarse con una muchacha delgada que le manchara las sábanas de sangre con cada acceso de tos.
Sólo los pobres comían dietas light. La gordura era signo de riqueza. Los ricos comían hojaldre y los brioches y lios pobres pan con fibra. El compositor italiano Giácomo Rossini dejaba la batuta para inventar los canelones rellenos de paté de foie, y en Suiza el amargo cacao sudamericano light se convertía en deliciosas tabletas de chocolate con leche.
Y justo en ese preciso momento en que el menú mundial empezó a refinarse, nació la Haute Cuisine y hasta los pobres tuvieron acceso a la buena cocina...¡ se empezó a poner de moda ser espigada y longilínea! ¿ La moda va a contramano de todo o es sólo impresión mía? .
Desde entonces vivimos con la prohibición de ser gordas. Los sucesivos embarazos nos llenan la vida de sonrisas infantiles, pero también nos llenan el placard con ropa que no nos entra ni en el tobillo.
¿Qué hacer para evitar comer, cuando toda la familia espera que llenemos la mesa de manjares dos veces por día?¿Quién tiene tiempo de rallarse un par de zanahorias después de hacer ravioles con estofado para todos?
Para colmo, ni siquiera podemos comentar que nos sentimos gordas, sin que alguien nos diga: “¿Qué quieres, ser flaca como Esther Cañadas, a tu edad?”, o peor “¡La verdad, mamá, que estás hecha una vaca!”. O algo peor aún:
- ¿Pero tú no estabas a régimen?
- Sí, ¿por?
- Digo...como estás igual de gorda que siempre ....¿Y si estás a regimen, por qué te sirves una segunda porción de pastel?
Si decidimos hacer dieta, lo más recomendable es que lo hagamos de manera ultrasecreta. De este modo, si tenemos éxito, sorprenderemos a más de uno con nuestra nueva figura. Y si fracasamos, no será un papelón vergonzante:
-
- ¿ Pero tú no estabas a régimen?
- ¡ No!¡Te confundes con otra persona que tiene un saco igual al mío!
Las mujeres de 40 queremos seguir adelgazando cueste lo que cueste. A lo largo de nuestra vida ya probamos la Dieta de los Puntos, la de la Luna, la del Pomelo, la del Huevo Duro, la de Scarsdale, la de Reuben, la de las Fibras y la de Calorías. Y ninguna funcionó.
Para colmo la de las proteínas te obliga a no comer farináceos , y la de las fibras te impide comer proteínas. Con la primera, el hígado te queda arruinado de tanto huevo frito y con la segunda, te sientes con el metabolismo de una vaca.
Nos llenamos la panza de tés de fucus, pastillas de cromo y zinc, comprimidos de sen- sen y alfalfa que parecen haberse acumulado entre nuestra cintura y nuestras rodillas, a juzgar por sus calamitosos resultados.
Una amiga bajó de peso haciendo lo que ella llama la “ Monodieta del Apio”. Consiste en llenar la heladera de apio y yogur diet y no comer otra cosa que eso. Para engordar comiendo apio habría que comer tanta cantidad como no lo permite ningún estómago humano. Siempre llega un momento de hartazgo en el que sólo oler apio te produce arcadas. Por otro lado, el yogur tiene la ventaja de llenarte la panza y darte una inmediata sensación de saciedad. Entre medio de los tallos de apio y los yogures, bebes mucho café con leche, que da energías, sensación de plenitud y no engorda.
Para no tentarte probando la comida caliente que cocinas para el resto de la familia, debes cocinarles platillos por adelantado un día que no tengas hambre y meter todo en el freezer. Cuando tus hijos te digan que tienen hambre, les dices que saquen algo del freezer y lo calientes copn el hornpo a microondas, y tú te vas lejos para no sentir el olorcito tentador. De paso, no estarás allí cuando pregunten: “Mamá ...¿esta cosa blanca congelada es un pollo, un pan , un pescado o la pierna gangrenada que le amputaron al abuelo?”.
Cuando te pregunten por qué los miras fijo con expresión asesina mientras tú roes tallos de apio y ellos mastican lasañas, les dices que estás comiendo lo que más te gusta en la vida, aunque se te agua la boca.
Mi amiga siguió estoicamente esta dieta hasta que un día se enteró de que un vasito de vino tinto por día baja el colesterol. Por lo cual a su dieta habitual del apio le sumó un vasito de vino cada noche. De este modo se dio cuenta de que el vino le calmaba el espíritu, la relajaba y le apaciguaba los rugidos de hambre, al mismo tiempo que lograba hacerle olvidar las ganas de comerse ella sola toda la lasagna que había hecho para la familia.
Después de una semana de dieta estricta de apio, se pesó y comprobó que por fin...¡ había bajado 400 gramos de peso, y ni uno más !
A todas nos pasa eso: que parece que la balanza se clavara en un peso determinado y no quisiera moverse de ahí, hagamos lo que hagamos. Los dietólogos lo llaman “período de meseta” . Las mujeres lo llamaríamos “períodos de precipicio”, porque nuestra voluntad se va a los caños cuando vemos que todo el hambre que pasemos no logra que bajemos ni un gramito.
Yo descalibré varias balanzas de tanto sacudirlas para ver si tenían algún resorte trabado.
Lejos de calcular que tal vez eran las calorías del vino tinto las que impedían que la dieta del apio funcionara bien , mi amiga duplicó la dosis de vino, para olvidar la amargura de bajar tan poco con tan magra ingesta. Cuando la vi, le dije:
- ¿ No se está yendo la mano con el vino tinto?
- Es que un vaso de vino por día hace bien al corazón.
- Sí, querida, ¡pero por lo que tú estás tomando, ya estás en el 29 de abril del 3065!
Ella algunos kilos bajó, porque es indudable que abrir la heladera para ver sólo apio y yogur light le saca el hambre a un náufrago. Por eso me animé yo también hacer esa dieta espartana. Durante el verano, anduve bastante bien : no engordé mis consabidos 5 kilos. Pero en invierno me daba frío solo pensar en la dieta. ¿Quién aguanta comer un tallo de apio y un yogur natural cuando afuera hace diez grados bajo cero? Entonces empecé a tomar un vinito a la noche para entrar en calor. Y claro: tampoco bajé mucho. Pero el vino me ayudó a olvidar para qué cuernos estaba haciendo dieta. ¿Para qué quería adelgazar, si me sentía espectacularmente alegre? Y como me olvidé del motivo de vivir hambreada, probé la lasaña que le serví a mi marido, y adios dieta del mono, monodieta o como se llame.
La vez de mi vida que más flaca estuve fue cuando tuve un empleo de un ritmo tan estresante y frenético que no me permitía tomarme ni quince minutos para comer . Me alimentaba de galletas de arroz inflados, de esas que tienen bajo cero de claorías y bajo cero de sabor. Las galletas y eran fantásticas porque ni se humedecían, ni se mufaban...¡ ni siquiera a las hormigas les gustaba esa cosa desabrida y seca! Las galletas y el café de máquina eran mi única ingesta diaria. Llegaba a casa tan cansada que no me daba el ánimo ni para recalentarme sobras de la cena .Bajé ocho kilos en dos meses, y terminé consultando a un médico por una anemia galopante y por abruptos arranques de llanto que luego supe que se debían a una falta de vitamina B que me tenía los nervios de punta.
Empecé a comer bien y volví a recuperar mi cordura. La verdad, no es negocio estar delgada si la falta de nutrientes te convierte en una histérica. Claro que muchas solucionan con ansiolíticos los nervios que te agarran con el hambre. Pero si yo hacía lo propio me hubiera caído dormida sobre el teclado de la computadora. Traté de tener en cuenta los Tres Preceptos de Alimentación para Cuarentonas, a saber:
1) Si es rico, no lo comas : está lleno de colesterol.
2) Si tiene gusto a cartón, es lo que te recomendó el médico.
3) Si cocinas con apio y zanahorias, con un toque de brotes de alfalfa como condimento, vas por el camino de una vida sana, larga ...y desabrida.
No me pareció nada práctico.
Por eso, desde entonces soy cultora de la “Antidieta para los 40”, que te permite relajarte, aceptarte como eres y ser feliz...mientras no llegue el verano y haya que volver a probarse de nuevo la bikini.
REGLAS DE LA ANTIDIETA PARA LOS 40
- Si comes algo y nadie te ve, eso no tiene calorías.
- Si comes un chocolate con una gaseosa dietética, las calorías del chocolate se anulan con la gaseosa dietética.
- Después de tres yogures sin colesterol ni azúcar, es legal comer media pizza calabresa.
- Si cenas con tu marido, no estás engordando mientras comas un poco menos de lo que come él.
- En invierno se consumen más calorías, lo que te habilita para comerte sola toda la fondue de queso que tenías preparado por si venían visitas.
- Una manzana al día mantiene alejado al médico. Una torta de manzanas lo manda a exiliarse a otro país..
- Si el vino tinto hace bien al corazón, dos botellas de buen tinto por día te dejan las arterias igual de frescas que las de un bebé.
- Los restos de ravioles, ñoquis y puré que dejan tus hijos y tú te comes no cuentan como calorías porque son sobras, no comida verdadera.
- Si la Dieta de las Proteínas dicen que sólo debes comer proteínas y con la Dieta de las Féculas adelgazas comiendo sólo pan, todo lo que tenga proteínas y pan es comida de régimen . O sea que un sándwich grande de jamón no engorda nada, y los Fettuccini Alfredo, la lasaña de jamón y el Boeuf Strogonoff adelgazan.
- La ingesta de fibras ayuda a adelgazar, por lo tanto una pizza entera hecha con harina integral te hacen más flaca.
- Las comidas ingeridas para alegrar el corazón, como chocolate con churros, panqueques un día de lluvia, tortas de cumpleaños y una copa helada en una tarde de verano nunca cuentan como calorías porque se digieren con el cerebro.
- Si engordas a toda tu familia, puedes llegar a ser la más flaca de la casa.
- La comida ingerida en un cine y en la oscuridad – pochoclo, panchos y nachos con queso – no se cuentan como calorías, porque no se ven.
- El champagne de los brindis no engorda, porque no brindar con alcohol es yeta. Y engordar sería mala suerte.
- El desayuno nunca engorda porque es la manera de ingerir energías para comenzar bien el día.
- Los ravioles del domingo no engordan porque forman parte del rito familiar.
- Las masitas con las que te convida una amiga que te invita a tomar el té no pueden considerarse “comida”, sino un té entre amigas. Sería un desprecio rechazarlas.
- Las papas fritas no engordan porque lo que más engorda son los dulces.
- Las medialunas de grasa no engordan porque el proceso de hornearlas derrite la grasa sobrante.
- Los utensilios chupados mientras una está cocinando no cuentan como calorías porque una no está comiendo, sino haciéndoles una limpieza previa al lavado.
- Las comidas que tiene el mismo color tienden a tener la misma cantidad de calorías. Ejemplos: tomate y tarta de frutillas, lechuga y helado de pistacho, clara de huevo y chocolate blanco.
- La comida congelada no tiene calorías porque las calorías son unidades de calor.
- Las frituras no engordan porque los rollos en las caderas están hechos de grasa, no de aceite.
- La comida hecha por nuestra madre no engorda: te nutre.
- Hay que almorzar junto a los niños, para que comprendan el valor de las comidas compartidas y para mostrarles con el ejemplo que hay que terminar cada plato hasta dejarlo sin una miga.
- Las medialunas mojadas en café con sacarina engordan menos que las secas.
- Si un vaso de leche diario previene la osteoporosis, una torta de crema la cura.
- Si arrastras cinco kilos de más desde la infancia, no es gordura sino grasa infantil.
- La sacarina del café con el que terminas un almuerzo compuesto por un gran plato de ravioles y un flan con crema y dulce de leche anula las calorías ingeridas en la comida.
- Mientras en un casamiento bailes lo suficiente, puedes comer todo lo que se te ocurra sin que absorbas calorías.
- El pescado de mar posee valiosos aceites Omega 3 que destruyen el colesterol. Una paella o una cazuela de mariscos barre con todo rastro de colesterol en las venas.
- Si dar de mamar a los hijos te hace consumir el doble de calorías, darle a los chicos leche de vaca te hace consumir diez veces más calorías, porque la vaca es diez veces más grande que tú.
- Los chocolates que se consumen cuando afuera hace cinco grados de sensación térmica no son calorías sino calefactores orgánicos internos.
- Los tallos de apio, zanahorias, yogur descremado y pomelos con que llenaste la heladera te hacen adelgazan con sólo mirarlos cada vez que abres la puerta de la heladera para hacerte un sándwich de milanesa
- Nada de lo que comas después de las doce de la noche tiene calorías . Son solos bocaditos para llenar la panza antes de irse a dormir.
- Las dietas vegetarianas permiten comer chocolate en rama.
- El chocolate con agujeritos no engorda.
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