lunes, 8 de septiembre de 2008

Cómo saber si ya sería hora de salir a trabajar por un sueldo

Quedarse en casa oficiando de madres puede volvernos tan locas como trabajar en una oficina cualquiera. Hay una serie de síntomas que alertan a cualquier mujer sobre la necesidad de ir pensando cómo salir de casa y enfrentar al mundo adulto. Y es cuando... - Te das cuenta de que solo tienes tiempo para afeitarte una pierna por vez. - La mitad de tu pelo es castaño oscuro y la otra mitad es rubio extra claro. - No recuerdas cómo se aplicaba el rimmel sin pincharse un ojo. - Cunetas las miguitas de cada trozo de torta de chocolate y las repartes entre tus hijos para que no haya protestas. - Tu descanso es encerrarte sola en el baño, y sólo sales de ahí si escuchas desgarradores gritos de dolor. - Regañes tanto a tus hijos que temes que los vecinos te denuncien por ruidos molestos. - Toda tu ropa tiene pegotes de papilla, cereales o espinacas. - Empiezas a cortarle la carne en trocitos a tu marido. - Sólo comes manzanas cortadas en forma de pececitos y corazones. - Sientes que de tu boca salen frases que eran típicas de tu madre: “¡ Hace tres horas que les digo que se sienten a comer!” o “ ¿ Ahora recuerdas buscar el libro? ¡ Lo tenías que haber buscado ayer, no en el momento de salir!” - Dejas de pensar que tu madre era una bruja histérica que se le pasaba gritando todo el día. - Gastas más en llamadas celulares cuando sales dejando a los chicos con una niñera, que lo que te cobra la niñera. - Le limpias a la gente las manchas de la cara con saliva. - No puedes caminar con taco sin caerte de trompa al piso. - Tu hija de nueve años se arregla mejor que tú. - En vez de “ Ajá” como respuesta, a tu marido le dices “ Ajó “. - Sospechas que podrías que volverte loca si tienes ordenar los juguetes otra vez. -Empiezas a sentirte espantosamente culpable por no haberle hecho un disfraz de caballo a tu hijo para el acto del fin de año, de no haber colaborado con la organización del Día de la Familia, de no haber asistido a las reuniones de cooperadora en los últimos dos años, de no haber hecho pastelitos para el Día de la Bandera, de no haberle remendado la mochila rota al nene, de no haberle hecho practicar las tablas de multiplicar, de no haberle prohibido mirar televisión, de no haber comprado más rifas para renovar pizarrones, de no haber sido bibliotecaria voluntaria, y de no estar de mejor humor cuando los chicos vuelven a casa y despelotan en cinco minutos todo lo que estuviste visto ordenando en su ausencia. - Piensas que si comparas a cualquier mujer que trabaja contigo equivale a comparar a Demi Moore con una linyera.

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