lunes, 8 de septiembre de 2008

Arrobadas con la arrob@

ARROBADAS CON LA @RROBA Internet es un medio para conocer gente, donde tampoco sirve que uno tenga un cuerpo envidiable, boca pulposa, rizos dorados y ojos cautivantes. Lo único que sirve en Internet es saber escribir bien y tener sentido del humor, porque si no, los mensajes sólo sirven para combatir el insomnio. Chatear es la mejor fuente de salud mental de las mujeres solas. Puedes guardar tu intimidad todo lo que quieras. No hay necesidad de decir toda la verdad, ni de que sepan tu dirección ni teléfono si no quieres hacerlo. Puedes comunicarte con la mayor discreción o contar tus más locas fantasías sexuales a gente que vive del otro lado del planeta, sin temer que se pongan pesados o a que te malinterpreten. Hay foros de discusión de cuanto tema se te ocurra diseñados para gente de la edad, grupo social y estado civil que quieras. Internet está lleno de servicios gratuitos y abonados que te hacen gancho con gente que el sistema busca que tenga coincidencias contigo. La web está repleta de avisos personales de hombres solos buscando amor, muchas veces con fotos de ellos y de sus hijos. Tú misma puedes redactar tu propio aviso y ofrecer y tu amistad ( para empezar) en una infinita cantidad de lugares en la web. Eligiendo interlocutores que pagaron sus avisos se tamizan a los pervertidos: los hombres con intenciones serias se toman la molestia de pagar. Los chatrooms informales van al grano más velozmente de lo que se logra en un bar de borrachos recién salidos de la cárcel: “Cuéntame cómo te gustaría que te chupe toda”, es una frase típica, por poner un ejemplo suave. Y las mujeres que buscan una relación duradera coinciden con que esa no es la mejor manera de empezar una amistad con un hombre, ¿no? Una al principio, por puras ganas de contacto espiritual con otros seres humanos, se engancha con cualquiera que encuentra con ganas de escribir en la pantalla. Desde la pura inocencia, empieza a darse cuenta de que el mundo está lleno de tipos que no tienen la menor idea de cómo utilizar ese tiempo libre llamado “ vida”. Y una empieza a darse cuenta de que entablar relaciones por Internet no es la manera de encontrar al Príncipe Azul si no tiene en cuenta lo siguiente: - La mayoría de los hombres se consideran mucho más lindos de lo que realmente son. - La mayoría de los divorciados y separados tienen un rencor agudo contra la ex mujer, que proyectan de manera alarmante hacia cualquier mujer en general. - La mayoría de los adictos a Internet sólo quieren hablar de chanchadas sexuales con cualquiera, sin importarle el sexo, la edad, ni el estado civil. - La mayoría de los hombres de un metro cincuenta de altura y 110 kilos de peso esperan conocer a una mujer igualita a Claudia Schiffer. - La mayoría de los hombres interesantes que hay en la web no tienen tiempo para mantener una relación virtual, entonces en cuanto estás en lo mejor desaparecen ( chateus interruptus) porque “ tengo mucho trabajo, nos comunicamos en otro momento”. - La mayoría de los supuestos amantes ardientes que aparecen en la web todavía no cumplieron los 16 años y les fascina hablar de amor y sexo con una mujer de 43 años. - La mayoría de los divorciados son fanáticos de toda actividad autodestructiva que la ex esposa les haya dicho que era estúpida y que finalmente se dan el gusto de realizar más que nunca: hectolitros de vino, whisky o cerveza, esquí de alta montaña, aladeltismo, andinismo, rugby o boxeo tailandés. - Ese hombre tierno, cálido, de espaldas anchas e intensa mirada oscura ( según la foto), intelecto brillante y conversaciones fascinantes que te acaba de dar su dirección exacta porque le encantaría invitarte a pasar contigo un fin de semana romántico en su cabaña en las montañas... vive en Kuala Lumpur, y no piensa enviarte el dinero para el pasaje. Si a esta forma de conocer gente te la tomas con la misma ligereza con la que se mira la tele, si las charlas invasivas te las tomas con cautela y sentido del humor, si no te crees todo lo que estos hombres virtuales te dicen y te alejas cada tanto de la ordenador para darle una posibilidad a los sapos que te aparecen en la vida real, el proceso puede ser divertido. Pero no le pidas más que eso. Siempre conviene esperar a los de carne y hueso. Tal vez uno de esos sapos a primera vista, una vez besados, se conviertan en un verdadero príncipe. Tengo un amigo que dice que de cada 25 mujeres que pasan por la calle, una no es tan fea y hasta puede ser bastante atractiva. Lo mismo sucede con los hombres: de cada 25 sapos, uno es un príncipe encubierto. Es cierto: vas a tener que gastar litros de perfume y tacos altos hasta que te toque ése con el aura real. Pero si llegas a encontrarlo... ¿No habrá valido la pena haber besado a los primeros 24 sapos? Y cuando lo encuentres, sólo resta preguntarte: “ ¿Esta relación es tan buena como para que no se me vaya el sueldo en psicólogo?”.

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